Desde la aparición del esclerómetro analógico en la década de 1950, la gama de aparatos portátiles para control de calidad de hormigón se ha ido ampliando con aparatos de ultrasonidos, detectores de armaduras, medidores de corrosión y de adherencia, resistivímetros, el sistema Windsor o permeabilimetros.
Tensiómetros para cables y lizas, monitores de fisuras o una gama de pequeños aparatos, cámaras de video, termómetros, medidores de humedad, sonómetros, multímetros- para complementar su control in situ.